Tomate en serio

Lun, 18/11/2013 - 14:54
Cuando se iniciaron las tomatinas me llené de entusiasmo y esperanza, había un grupo de jóvenes que pasaba de las redes sociales a la acción. La apatía había sido vencida y los corruptos tendrí
Cuando se iniciaron las tomatinas me llené de entusiasmo y esperanza, había un grupo de jóvenes que pasaba de las redes sociales a la acción. La apatía había sido vencida y los corruptos tendrían, respirándoles detrás de la oreja, un movimiento indignado que no toleraría ni un resbalón, ni una arbitrariedad, ni un abuso más con los dineros públicos. Después vinieron algunas entrevistas en medios y los tomates tomaron rostro humano. Unos muchachos llenos de vitalidad democrática expresaron su voluntad de construir un proyecto político renovador. Convocaron reuniones y plantearon algunas tesis programáticas. En este momento se estaban ya metiendo en honduras porque se atrevían a pasar de la denuncia a la propuesta política. Si bien las tesis parecían un poco simples, al estilo de las que enarboló en su momento Ingrid Betancourt, no dejaban de ser importantes para un país que se anquilosó entre delfines y mafias políticas. Finalmente aparecieron recogiendo firmas para lanzarse a la lucha electoral y se enfrascaron en una discusión con la Registraduría que no les aceptaba hacer excepciones sobre los procedimientos establecidos para inscribir candidaturas por el sistema de no-partidos, o sea el de la iniciativa popular, que con las reformas electorales de los últimos 10 años, se ha convertido en un camino de herradura, que solo transitan los mas obstinados. En este momento, cuando los tomatianos se desgastan recogiendo firmas y pidiendo el apoyo económico para poder pagar la fianza exigida para inscribirse, es que me parece que empezaron a fallar como alternativa. Verlos encadenados a las rejas del Consejo Nacional Electoral me ha parecido un desgaste que no les va a producir los mismos resultados que las tomatiadas a las que nos tenían acostumbrados. La opción electoral es por supuesto importante, pero no la única, pero sobre todo creo que por apresurarse en esto de participar en las elecciones de congreso están matando una iniciativa interesante. Es como si quisieran que un bebé de cuna pudiera construir un edificio. Lo que iniciaron apenas este año con llamados de atención sobre los errores y defectos de la clase política, no puede convertirse, en tan corto tiempo, en una alternativa electoral, máxime si su plataforma ideológica es apenas un esbozo. La urgencia de figurar en un tarjetón está matando la opción del tomate. Ni siquiera los indignados europeos o los egipcios o los norteamericanos que se aposentaron frente a Wall Street varios meses, han podido traducir en votos de manera automática el descontento captado. Pero como en Colombia somos especialistas en improvisaciones, nuestros indignados ya quieren tener curules sin haber recorrido el más largo y tortuoso camino de la organización de amplios sectores sociales, asegurando así el respaldo necesario para ganar en las urnas. Hacer política, la buena, no la clientelista, que es lo que quieren los del Partido del Tomate exige tiempo, decantar ideas, organizar la base y sobre todo ganarse la confianza de unos electores ya descreídos de todo y de todos. Esperemos que los resultados de los esfuerzos que hacen en esta coyuntural electoral no los disuelvan como alternativa. Que no puedan presentarse en marzo con sus listas o si logran inscribirlas no alcancen el umbral puede ser una gran amenaza para este movimiento al que todavía le falta maduración. Ese desgaste al que están sometiendo al bebé de la incipiente organización puede costarles caro y sería una frustración más para este grupo que tendría mucho que ofrecer si no se dejara tentar por el inmediatismo y la urgencia de convertirse en políticos profesionales. Al fin y al cabo la política, la buena no la clientelista, no se termina en el salón elíptico del Capitolio Nacional. La buena política también se hace en las calles, en los barrios, en las asociaciones profesionales, en las organizaciones de base, como lo han demostrado también este año algunas otras expresiones del malestar popular. Así que mi recomendación a los y las tomatianos sería marchar sin prisa, pero sin pausa, lo que significa tomarse en serio la tarea de cambiar lo que no les gusta de la política colombiana. www.margaritalondono.com
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