Sara Sofía Galván, mi personaje del año

“Todos los grandes fueron niños alguna vez… pero sólo unos pocos lo recuerdan“ – Antoine de Saint-Exupéry, El Principito.

 

Me rehúso a creer que ya no existes. Me niego a aceptar que fuimos incapaces de encontrarte.  Quisiera tener la certeza de que estás viva. Quiero creer que juegas a las escondidas y por eso nadie ha podido encontrarte. Me gustaría encender la tele y verte tan alegre, tan hermosa y tan bailarina como en esos videos y fotografías que ha mostrado la prensa desde principios de este 2021 en que nos enteramos de tu desaparición. Me cautivaste con tu sonrisa y esos ojos inmensos del mismo color del mar.

Sara Sofía, donde quiera que estés, para mi tú eres el personaje del año, así para los medios de este país no lo seas. Leí que naciste el 30 de marzo del 2019; es decir, justo hoy cumples 33 meses. A tu edad los niños son para quererlos, para comérselos a besos, para aplaudirles cada ocurrencia, para recargarnos con su energía vital y celebrar su inocencia que es tan fugaz como todo en esta vida.  Tengo una nietecita de trece meses y cada vez que estoy con ella mi niño interior se pone contento, de una dicha que no puedo describir con palabras.  

Sara Sofía, cuéntame qué te trajo el Niño Dios.

Me rehúso a aceptar que un angelito como tú, con dos nombres tan preciosos (Sara que significa Princesa y Sofía, “la que tiene sabiduría”) te hayas ido tan pronto por culpa de unos monstruos que odian a los niños. No basta con que paguen los culpables de tu desaparición. Cosas terribles como las que han hecho contigo deberían pertenecer únicamente al reino de los cuentos crueles de los hermanos Grimm, a veces llenos de sadismo, aunque en Colombia el malvado es el padrastro y la villana una mamá que no tiene perdón de Dios por no cuidarte bien. ¡Cuántas criaturas más, así de horribles, andan sueltas por ahí!

Al pensar en ti, recuerdo a Nicolasito. Te contaré quién fue él. Cuando yo tenía 9 años, un niño llamado Nicolás Gómez, con apenas 17 meses de nacido, cayó en un aljibe de 74 metros de profundidad y 35 centímetros de diámetro. Ocurrió el martes 28 de octubre de 1980  en una finca de Risaralda. Pasaban las horas y no había forma de sacar al bebé de allí. Tres días después los socorristas encontraron a Nicolasito… sin vida.

La noticia se supo a las tres y media de la tarde del viernes.  Fue una fecha triste, en la radio y en la tele no se hablaba de nada más. Para honrar su memoria, ese 31 de octubre no salimos a las calles a pedir dulces.  Cuatro décadas después me cuentan que un cantante llamado Fausto le compuso una bella canción aquel diciembre.

 

"Nicolás, Nicolás, Nicolás / En esta Navidad / y junto a un nuevo sol / Jugando  tú estarás como entre sueños / Por todo el Universo, junto al Niño Dios".

 

Se me arruga el corazón al pensar que tú también juegas al lado del  Niño Dios. ¡Qué infame este país matemático que se acostumbró al conteo de muertos y a las estadísticas de los desaparecidos! Tu historia quedó reducida a un titular de prensa: Sara Sofía, la niña que nunca apareció. 

La Policía y la Sijin concluyeron la búsqueda y tu caso pasó a manos de la Fiscalía, fue todo lo que nos dijeron. Hasta ahora nadie te ha dedicado una canción, pero miles de almas te tenemos presente en nuestras oraciones.

¿Nos quedó grande encontrarte?, me pregunto. Digamos que sí, princesita. Lastimosamente, en Colombia la gente se conmueve ante veintidós sujetos corriendo tras un balón pero muy poco ante las tragedias infantiles.  ¡Ni que tuviéramos el corazón de caucho! Si fuéramos Estados Unidos hace rato sabríamos de ti

No hay forma de hacer un cierre como no lo han podido hacer los familiares de las víctimas de las desapariciones forzadas. Apenas dos días después de aquel titular nos llegó otra noticia que debería dolernos y no nos duele porque son los muertos de otros:  la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) conoció un informe del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice):  354 desaparecidos entre 1974 y 2014. 

Nos falta empatía para solidarizarnos con sus familias, cuyo dolor no puede ahogarse con la frase de cajón: ¡Se los tragó la tierra! En tu caso, Sara Sofía, es como si tu cuerpecito hubiera sido devorado por las aguas pútridas del río Tunjuelito. ¡Ojalá que no!

Termino de escribir esta nota el Día de los Santos Inocentes y tú eres uno de ellos.  En la Nochevieja me comeré una uva pidiendo que los grandes cuidemos a los pequeños. Los adultos sobrevivimos a la infancia y ahora tenemos el deber humano de hacer lo correcto para que los demás niños lleguen sanos y salvos a la adultez.

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EL ANTIPERSONAJE DEL AÑO: El ex Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla. Porque descubrió que primero fueron los huevos a $1.800 la docena que la gallina

LA FRASE DEL AÑO: “Vengo de recorrer los sótanos del infierno, by Alejandra Azcárate.

EL FENÓMENO MEDIÁTICO DEL AÑO: El niño Yanfry Díaz Quiñones.

LA CIFRA DEL AÑO: 6402. El número de falsos positivos de la era Uribe. Casi mil asesinatos de civiles por año durante siete años (2002-2008).

EL LIBRO DEL AÑO: “Gabo y Mercedes: una despedida”, escrito por Rodrigo García.

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