Filipinas y Rusia comenzarán en octubre de manera simultánea los ensayos clínicos de la vacuna rusa contra la COVID-19, confirmó este jueves el gobierno filipino de Rodrigo Duterte.
Las pruebas de la fase 3 se extenderán hasta marzo del año que viene y estarán financiadas íntegramente por Rusia, aclaró en rueda de prensa el portavoz presidencial, Harry Roque.
El gobierno filipino espera registrar la vacuna ante la Administración de Alimentos y Medicamentos del país (FDA, en inglés) para abril, indicó Roque.
Los ensayos clínicos de fase 3, según la FDA, involucran a "de 300 a 3.000 voluntarios que tienen la enfermedad o afección" y tienen como objetivo probar la eficacia y el seguimiento de las reacciones adversas al medicamento.
El presidente Duterte indicó la noche del lunes que había aceptado la oferta de su par ruso, Vladimir Putin, de suministrar la vacuna rusa en Filipinas de manera gratuita, horas antes de que el mandatario ruso anunciara al mundo que Moscú había registrado la primera vacuna contra la COVID-19.
La vacuna rusa, bautizada Sputnik -como el primer satélite que tuvo éxito en la carrera espacial de la Guerra Fría-, ha sido desarrollada por el instituto de investigación Gamaleya, en coordinación con el Ministerio de Defensa del país.
Duterte, de 75 años, señaló entonces su plena confianza en la efectividad de la vacuna rusa, que consideró "un bien para toda la humanidad", y declaró que sería el primero en aplicársela públicamente cuando esté lista.
"Duterte podría ser inoculado con el medicamento como muy tarde en mayo", apuntó hoy Roque sobre la promesa del presidente.
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Filipinas es ahora el principal foco de la COVID-19 en el Sudeste Asiático con más de 143.000 casos, entre ellos 2.400 muertes, y Duterte ha sugerido en más de una ocasión que el país no podrá volver a la normalidad, con el inicio del curso escolar, la reactivación total de la economía y la reapertura de fronteras, hasta que no haya una vacuna disponible.
En el pasado, el presidente también aseguró que cuando hubiera una vacuna contra la COVID-19, las comunidades más pobres serían las primeras en ser inmunizadas, lo que ha levantado suspicacias entre algunos filipinos, que en las redes sociales se han quejado de que se vaya a utilizar a los pobres como cobayas de la vacuna rusa.