De la teoría a la práctica

Sáb, 28/07/2012 - 01:02
Tal vez uno de los mayores retos del ser humano, pasar de la teoría, de la filosofía, de los conceptos, a la práctica. Ser coherente, en otras palabras.

Abogar por que todos somos iguales, que t
Tal vez uno de los mayores retos del ser humano, pasar de la teoría, de la filosofía, de los conceptos, a la práctica. Ser coherente, en otras palabras. Abogar por que todos somos iguales, que tenemos derecho a ser respetados y lograr la tolerancia cuando el portero no nos abre la puerta con rapidez y nos impide el paso, en vez de pegarle un grito, regaño o hacerle mala cara. Querer que nos respeten la vía en la calle o el puesto en la fila del banco y no saltarnos esto mismo cuando estamos azarados, con prisa o simplemente estresados. Predicar el amor por la naturaleza y no malgastar el papel, el agua o la electricidad, lograr separar basuras. Son estos solo tres pequeños ejemplos de nuestras posibles incoherencias. Decir te amo y voltear la cara cuando nos van a besar. Abrazar mientras en nuestro interior los sentimientos, raudos, nos inundan con lo que detestamos de la persona en cuestión. Anotar en facebook un “me gusta”, cuando lo hacemos solo por quedar bien con quien puso un mensaje, foto, video. Salir de misa, de un retiro o de un curso de crecimiento personal y llegar a casa con el sentimiento de no querer regresar a enfrentar nuestra realidad. Dejemos los ejemplos a un lado y sencillamente ponga cada lector en la mesa las promesas que hizo en año nuevo contra las que en verdad ha cumplido. O el compromiso contraído en una reunión social de volver a vernos o de invitar a nuestra casa, versus el cumplimiento real. Más profundamente, revisemos aquello que hemos jurado hacer con nosotros mismos, el tiempo para la música, el deporte, la diversión, el pasatiempo, que venimos aplazando, en ocasiones por años. Sí, tenemos muchas inconsistencias. Pero lo que realmente me motiva a escribir sobre este tema, es cuando estas inconsistencias se tornan reiterativas. Cuando de dientes para afuera predicamos y en casa no aplicamos. Asistimos a sendos cursos, leemos libros a granel, copamos nuestra mente con bellas palabras y propósitos, que quedan en el aire. Tanto quienes asisten o leen, como quienes dictamos y escribimos. Más grave aun  en los últimos. Es por esto que la vida nos ha otorgado en poder de reflexión. Está en nosotros utilizarlo y corregir, o continuar con los mismos comportamientos. Anhelamos cambios, cada cual sabe los propios, y seguimos actuando tal y como estamos habituados, la costumbre hace presa de nuestras acciones. Llega, llega, sí llega el día en que logramos la coherencia en algo que anhelábamos. Ese día es mágico. Un milagro ha sucedido. La vida se ilumina. Los demás nos lo reconocen. Irradiamos la alegría surgida del amor. Ya que el amor es coherencia por naturaleza, también conduce a ella. Hoy lo logré, tuve uno de esos momentos al revaluar la condición de un paciente, ya que predico el no casarnos con un diagnostico sino tener la mente abierta a revalorar lo que creíamos totalmente establecido. Hoy me sucedió. Esto me obliga a ser humilde, a reconocer nuevas posibilidades, incluso a pensar si antes estaba equivocado. La sensación de bienestar colma el cuerpo, la mente y las emociones. O sea que es por el bienestar, que podemos trabajar en la coherencia personal, en el pasar de la teoría a la práctica. La vida se compone de pequeñas victorias, reconocer en la noche las obtenidas, posiblemente nos induzca un mejor sueño y un despertar amable con el cual comenzar un nuevo día.
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