La política como negocio

Jue, 17/08/2017 - 01:46
Cada altar tiene su cruz, deben estar pensando Hernán Andrade y otros políticos y magistrados hoy en el ojo del huracán por cuenta de supuestos hechos de corrupción.

Todo tiene su origen en que
Cada altar tiene su cruz, deben estar pensando Hernán Andrade y otros políticos y magistrados hoy en el ojo del huracán por cuenta de supuestos hechos de corrupción. Todo tiene su origen en que la política se volvió un negocio donde triunfan los más hábiles, los más astutos o los más bribones. Las pocas excepciones se cuentan con los dedos de la mano. Si una campaña al Senado puede costar más de $5 mil millones, y a la gobernación diez veces más, es muy fácil inferir que quienes ponen el dinero esperan la retribución con creces. Y entonces el asunto desemboca en un tráfico burdo de pagos y repagos, además del dinero que quiere acumular “la casa política” que se impone seguir ostentando el poder (a cualquier precio), llámese González Villa, Andrade, Gerlein, Noño, Besaile, o el nombre que quieran ponerle. Con la teoría de que es mejor reinar en el infierno que servir en el cielo, desaparecen toda clase de escrúpulos. O lo pongo más bonito: -surge el compromiso de conseguir el dinero (para hacerse elegir) y la promesa de pagar con la chequera del Estado, los impuestos del ciudadano. Así las cosas, no hay obra pequeña ni favor burocrático que no tenga su peaje o condición. Se establecen las mafias, surgen los fanáticos agradecidos. Se enardecen los ánimos, no por cuestiones ideológicas (que ya no existen) sino por no soltar el botín. Los dueños de “la casa” logran la desmesura económica y otros firman o pagan cárcel. Cada bobo tiene su tarea y la defiende. Para garantizar que extraños saquen ventajas o incluso se independicen o se llevan la bolsa, se ha vuelto costumbre que lo más importante se reparte en familia. Padres, hermanos, yernos y parientes se turnan el poder, las obras, las curules, el saqueo. La clave sigue siendo el dinero para la siguiente campaña. Por eso el político que se dedique –de fondo- a ser un buen congresista –y peor aún a cuestionar a los gobiernos de turno- termina siendo apabullado electoralmente. Y si es posible también desprestigiado. Lo ideal sería eliminarlo políticamente. Y no faltan los voluntarios para liderar la propaganda negra que permita sepultar al iluso que pretendió competir con la mafia de turno. Por eso algunas personas y familias se entronizar en el poder, para mal del país y las regiones que “manejan”. Soy indulgente con Hernán Andrade (no con sus posibles hechos ilícitos) porque lo conozco como brillante congresista y sé de sus ejecutorias a favor del Huila. En su calidad de presidente del Senado salió aplaudido por todos los partidos, incluyendo los de izquierda y oposición. No pienso lo mismo –hablando del Huila- de los González Villa, dedicados más al negocio que a la política, que utilizan como instrumento para enriquecerse. ¿O cuál es la empresa particular que algún día montaron para sobrevivir?. Andrade se enredó consiguiendo prestados $250 millones (a personas equivocadas), mientras el negocio de los González marcha viento en popa. Tienen banco propio. Sobre los Ñoños y otras especies, que entre el diablo y escoja.
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