
Todavía el país no conoce plenamente las dimensiones exactas de los problemas de salud del Vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras. Sabemos que le practicaron una delicada cirugía y que “por prevención” le harán radioterapia o quimioterapia. Pocos han visto al alto funcionario y su estado es de relativo misterio.
El presidente Santos había sido operado de próstata sin que trascendiera ante el país, pero una foto -en un evento público- lo delató. Santos no pudo evitar mojar sus pantalones. Fue entonces cuando contaron la historia y de paso criticaron la maledicencia humana de quienes publicaron esa imagen “íntima”.
Mucho antes, casi está comprobado que el Presidente Virgilio Barco no gobernó “en sus cabales” porque desde que llegó al poder sufría un Alzheimer que se fue acentuando en los cuatro años de mandato. Su secretario general asumió -con la complicidad de todos- el manejo del Estado “por el bien de la patria”.
Recientemente, el candidato Santos puso al descubierto la enfermedad de párkinson padecida por su contrincante Antanas Mockus, que sirvió para liquidar una contienda política, que ya comenzaba a perder.
Yo visité en su casa de Bucaramanga al senador Hugo Serrano Rueda que poco asistió al Capitolio, pero fue encubierto por el secretario general de la corporación y sucesivas mesas directivas para aceptar múltiples excusas. Serrano padecía un cáncer terrible – pero quería morirse siendo senador. Y así fue.
Estas reflexiones las hago a propósito del misterio que rodea la posible enfermedad que padece el gobernador Carlos Julio González y que le obligó a una cirugía a principios del año, sin que el Huila conozca detalles elementales de los males físicos que aquejan a la primera autoridad del departamento.
Dios quiera que no sea nada distinto a una leve gripa, pero que nos cuenten para saberlo. Porque ya corren voces bien informadas que hablan de las sospechosas y prolongadas ausencias del mandatario.
De las enfermedades físicas líbranos Señor. Y también de las mentales. Lo digo a propósito de una funcionaria muy renombrada de la Alcaldía de Neiva que en un ataque de celos arrasó con todo lo que encontró en el apartamento de su esposo en proceso de separación.
Dirán que nadie puede inmiscuirse en la vida privada de las personas y en este caso de flamantes personajes de la vida pública. Yo pienso que su salud física y mental nos interesa a todos. Tienen sueldos que pagamos los ciudadanos y sus actuaciones favorecen o golpean nuestras vidas.
@artunduaga_