Uribe ten Piedad

Dom, 07/02/2016 - 17:04
abdelaespriella@lawyersenterprise.com

El expresidente Álvaro Uribe y la exsenadora Piedad Córdoba representan  espectros ideológicos m
abdelaespriella@lawyersenterprise.com El expresidente Álvaro Uribe y la exsenadora Piedad Córdoba representan  espectros ideológicos muy diferentes de la política colombiana: el primero es un líder conservador y de derecha, y la segunda, una dirigente de izquierda. Ambos tienen una visión diferente de la vida y el Estado, pero se parecen -aunque en orillas opuestas- en la forma en que viven la política. Nadie puede negar, por más encono que sienta por Uribe o Piedad, que los dos ejercen la política de una manera apasionada, vehemente y fervorosa: defienden sus ideas y mantienen sus posturas (equivocadas o no), a pesar de las críticas y la oposición, y no se dejan encandilar o apabullar por el aplauso o el rechazo de la galería. Tanto el uno como la otra tienen las tres C que hacen verdaderos líderes: Consecuencia, Coherencia y Corazón. En Colombia, tierra de la estigmatización y el encasillamiento, resulta muy sencillo desacreditar al contradictor, tildándolo de paramilitar o guerrillero. A mi juicio, creo que ni Uribe es una cosa, ni Piedad la otra, pues tienen tanto valor y fuerza que no necesitan de un fusil para hacer valer sus ideas: brillan con luz propia y no requieren de artilugios, pues la violencia es el argumento de los débiles. En una misa en Riohacha, los dos políticos se encontraron casualmente. El abrazo y la camaradería entre ambos personajes denota varias cosas: 1. Las diferencias son completamente válidas y necesarias en una democracia, pero no por ello hay que ver en el contradictor un enemigo. 2. Uribe y Piedad sienten admiración mutua, aunque no lo digan públicamente. 3. Con diálogo y un lenguaje apropiado, los extremos pueden juntarse y coexistir armónicamente, en medio de la disparidad de criterios. Esa muestra de cortesía entre Uribe y Piedad es la prueba fehaciente de que las diferencias pueden tramitarse sin agresiones, atropellos, señalamientos y persecuciones. Por supuesto, un requisito fundamental, para que dicha fórmula sea exitosa, es que las partes actúen con nobleza y lealtad, atributos de la personalidad bastante difíciles de encontrar por estos lares. Sin embargo, creo que Uribe y Piedad los tienen, y, en esa medida, es probable que se genere un clima de confianza entre ellos, lo que facilitaría un mayor acercamiento. Que nadie se llame a engaños: un proceso de paz sin Uribe será imposible de sostener en el tiempo. La clave para que el expresidente se “monte al bus”, puede ser Piedad. La ñapa I: Ya es hora de que Colombia le reconozca al expresidente Andrés Pastrana todas las cosas buenas que hizo durante su gobierno: fortalecimiento de la Fuerza Pública y el manejo acertado de las relaciones internacionales, entre otras políticas exitosas. La ñapa II: A Santos, con REFICAR, se le aplican dos refranes: a explicación no pedida, acusación manifiesta. El que primero lo huele debajo lo tiene. La ñapa III: En una democracia no puede haber ciudadanos de primera y de tercera. Bienvenido el matrimonio igualitario.
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