Los dispositivos móviles ya rastrean a sus propietarios fácilmente, y no es buena idea transferir también tus huellas dactilares, explicó a la agencia Prime Timur Sadíkov, director del Laboratorio de Inteligencia Artificial, Neurotecnología y Análisis Empresarial de la Universidad Económica Rusa Plejánov.
"Para proteger la información crítica se deben cambiar periódicamente las contraseñas. La cantidad de contraseñas complejas que se pueden introducir desde el teclado es casi ilimitada, mientras que una persona solo tiene diez dedos en sus manos", explica el experto.
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Señala también que, a pesar de los avances tecnológicos de los modernos sensores de huellas dactilares, pueden fallar. Los sensores son sensibles a la contaminación (tanto de los dedos como de la superficie de escaneo) y también a arañazos en los dedos. En este caso, hay una contraseña de reserva introducida desde el teclado, pero, ¿qué pasa si la olvidas?
"Por último, un teléfono inteligente con un sensor usado activamente es una forma de recopilar las huellas dactilares de su dueño. Y, si bien hay que tolerar el uso de escáneres de huellas dactilares en las embajadas, no todo el mundo está dispuesto a confiar su información biométrica a varias personas no identificadas", cree Sadíkov.
En su opinión, la mejor manera de protegerse es usar una contraseña compleja y cambiarla bastante frecuentemente. Lo ideal sería que fuera flotante, es decir, que dependiera, por ejemplo, de la fecha, el día de la semana u otras circunstancias en cierta forma no triviales conocidas solo por el propietario.