"Metí las patas y mi vida se partió en dos"

Vie, 29/11/2013 - 05:12
La historia de Carlos Giraldo se partió en dos cuando tenía 14 años. Era un niño de familia de clase media alta en Palmira (Valle del Cauca) que iba al colegio, tenía buenas notas y en las tardes
La historia de Carlos Giraldo se partió en dos cuando tenía 14 años. Era un niño de familia de clase media alta en Palmira (Valle del Cauca) que iba al colegio, tenía buenas notas y en las tardes jugaba tenis, o nadaba, en el único club campestre de la ciudad. El punto de quiebre sucedió cuando dejó embarazada a una noviecita. Ese momento, para bien o para mal, cambió su destino y el de su familia. Sus papás se encargaron de los gastos de la niña. Carlos era el menor y el consentido y no lo obligaron a dejar de ser un niño. No hubo reproches. Al mismo tiempo sus hermanas viajarían a estudiar y trabajar en Bogotá. Decidieron irse con su mamá, pero su papá se quedó en Palmira y asumió la paternidad de la hija de Carlos, como si fuera propia. “Es que uno a los 14 años es un peladito”, dice Carlos, quien a sus 51 conserva una personalidad fresca, relajada. En ese momento se acabó la vida de niño “rico” de municipio pequeño. “Metí las patas”, dice sin reparos y con la seguridad de que se siente feliz de haberlo hecho.

Carlos Giraldo, Kienyke

Carlos no entra en confianza  fácilmente, pero es amable, sobre todo con la gran cantidad de personas que lo saludan en la calle. 

El cambio de Palmira a Bogotá fue brusco. Nadie los conocía. La vida social no era tan “sabrosa” como en el Valle y su mamá no asistía a las tardes de juego de cartas, que en tierra caliente se tornan tan amenas para las señoras. Por primera vez Carlos montó en buseta y supo qué era ir colgando de la puerta. La hija de Giraldo se fue a vivir definitivamente con ellos a los 12 años y él a sus 26 por fin asumió la paternidad. Dice que fue sencillo: solo se trataba de estar pendiente, hablar y responder preguntas. “Mi relación con mi hija es excelente, la mejor del mundo. Ella sabe que es hija de una familia totalmente disfuncional, pero me he dado cuenta, con el paso del tiempo, que para los hijos uno es el papá y punto, así seas gay como en mi caso”, afirma Carlos, quien en una entrevista con Gabriel Casas contó por primera vez, y sin tapujos, que era homosexual. En su caso recibió el apoyo de las personas que en la calle lo felicitaban por aceptar abiertamente que era gay y se le abrieron más puertas. Carlos no toma, es difícil encontrarlo ‘mal parquiado’ y tampoco busca ser un modelo para nadie. En realidad solo quiere vivir tranquilo. Su vida social no es muy activa, trata de salir máximo una vez a la semana a algún evento. Con su humor recurrente afirma que ser homosexual a los 51 años no es fácil. “Es que son 51, pero en años perrunos para los LGTBI”, cuenta y se ríe. Su hija ya tiene 37 años, pero a los 17 fue mamá, cuando Carlos apenas tenía 31. Después fue abuelo de dos niños más (11 y 8 años) y a los 50 bisabuelo. “Somos una familia muy precoz. Uno no elige estas cosas, ser papá joven o ser homosexual”. Lo único que se cuestiona es si tal vez debió ser más estricto. Con su hija, nietos y bisnieta conserva una relación estrecha, a pesar de que viven en Palmira.

Carlos Giraldo, Kienyke

Esta foto se la tomó hace poco con su nieta mayor Gabriela Amparo, su nieto Juan Sebastián, su nieta Laura Sofía, su hija Olga Lucía y su bisnieta Manuela. 

Aunque Carlos aparece como una persona extrovertida en televisión, es tímido y sobre todo reservado, algo que solo los años y el ajetreo en programas de chismes le han ayudado a cambiar. -¿Introvertido? Siempre lo fui, pero lo he ido venciendo. Cuando llego a un grupo nuevo donde no conozco a la gente escucho más y hablo menos. Llegué a La Red y el primer mes no me escucharon la voz. Sin embargo, tiene mucho carisma, sobre todo con la gente que lo saluda en la calle. Su público es fiel. Durante esta entrevista –que se realizó en dos ciudades, Cali y Bogotá- la gente se paraba a saludarlo con nombre y apellido. “Muchas personas me dicen que me extrañan en Sweet porque por 15 años se dormían con mi sonsonete”. Lo primero que hace Carlos, después de saludar, es hablar de Brad y Falcon, sus dos perros, a quienes esa mañana alcanzó a pasear por 15 minutos, a pesar de la lluvia. Normalmente sale con ellos una hora a caminar. Describe cada momento con sus mascotas: cuando les sirvió la comida, quién irá por la tarde a verlos y si esa tarde no lloverá para que no se les dañe el paseo. No le gustan las entrevistas, no cree que contar algo de su vida personal sea interesante. Dice que si esta, por ejemplo, dura más tiempo del convenido es posible que se salga de lo políticamente correcto. Cree en los derechos: en que los gay se casen y adopten hijos, en el aborto, en todo lo que signifique que una persona adulta sea capaz de asumir su vida y actos.

Carlos Giraldo, Kienyke

"Para los hijos uno es el papá y punto, así seas gay como en mi caso".

Carlos, el bailarín profesional Este presentador terminó el colegio e intentó estudiar comercio exterior. Eso solo duró un semestre. Lo suyo sería el ballet clásico, la danza moderna y el canto. Por eso se unió al ballet clásico de Priscilla Welton (la profesora, quien se tuvo que exiliar, junto con su esposo Fernando Garavito). También dio clases de ballet en distintas academias y viajó en giras por varios países. La época que más disfrutó fue la de las comedias musicales, en las que trabajó con María Cecilia Botero y su esposo, el difunto director David Stievel. Sugar, La mujer del año y la Jaula de las locas fueron algunos de los proyectos en los que participó. “Quise ser actor de televisión, pero no servía porque era muy exagerado. Mi lenguaje era para el teatro musical. Por esa época yo pensaba que acabaría mis días con una academia de baile para niños”. En el año 97 la recesión económica frenó las idas al teatro de los bogotanos y Carlos tuvo que volver a dictar clases de bailes en academia o de aeróbicos en gimnasios. Sweet, entre dulce y amargo En el 98 al músico César Escola -a quien Carlos conoció en la obra de teatro Sugar- le pidieron hacer el jingle de Sweet. Escola le propuso a Giraldo que se presentará al casting. Durante la prueba con el creador del programa, César Castro, este le dijo a los diez minutos que era la persona idónea para el papel. “¿Usted está hablando en serio? Yo no soy presentador. No soy periodista. No soy locutor. No tengo bonita voz. Tengo 36 años. Soy chiquito. Soy calvo”, fue la respuesta de Carlos. Castro le respondió que necesitaba a alguien capaz de hacer el oso, de disfrazarse y burlarse de sí mismo. De esa manera se convirtió en el chismoso de la televisión colombiana. No tenía ni idea de las consecuencias. Afirma que era un personaje al cual solo se adaptaba. Lo que decía o no, y si le hacía daño a la gente, no le preocupaba, era más un tema de actuación. Fue una conciencia que adquirió con el tiempo, y ya era algo tarde.

Carlos Giraldo, Kienyke

El personaje del "mono de Sweet" lo fue "poseyendo", con el tiempo le bajó al tono.

“Me di cuenta que me encontraba con algún actor que estaba muy dolido porque me había burlado o había dicho algo terrible de él, no porque fuera mentira, sino por el tono. Nos burlábamos, así de sencillo, y no había en la televisión colombiana un formato tan agresivo como ese. Al final ya Sweet era Walt Disney, pero marcó una pauta en el periodismo de chisme porque después los canales privados crearon formatos parecidos”, cuenta. Para fortuna de Carlos, el director era quien ponía la cara ante los problemas, pero a él también lo llamaron muchas veces a “vaciarlo”. Escuchaba al ofendido hasta que se fuera calmando. Dice que jamás contesta un tuit ofensivo y que no busca cazar peleas. El “mono de Sweet” era un personaje tan fuerte que también lo iba “poseyendo”. Sin embargo, no siente que se haya equivocado, solo que con los años le fue bajando el tono. “La información era veraz porque había un grupo de periodistas muy serio como las directoras Marleny Fandiño o Olga Sanmartin, sin embargo lo que causaba polémica era cómo lo decíamos. Igual los chismes siempre van a ser desmentidos, los artistas son igual que los políticos. Creo que haber durado 15 años es un logro enorme, éramos el programa más visto del canal, junto con noticias uno y cm&”, admite.

Carlos Giraldo, Kienyke

Para La Red debe encontrar por lo menos cinco chismes a la semana. 

Ahora que está en el programa La Red de Caracol Televisión cuenta que tiene más tiempo para él, su familia y mascotas. Entre lunes y martes consigue chismes con amigos o los mismos actores. También tiene una barra de ballet para hacer ejercicio y no olvidar su época como bailarín. El miércoles va a una reunión en Caracol para definir el vestuario del programa y el jueves se levanta a las 4 de la mañana para grabar desde las 7. El viernes vuelve a un consejo de redacción para planear los temas de la próxima semana. “En 15 años he logrado consolidar muchas fuentes, incluso son amigos de más de 20 o 25 años atrás que me conocieron cuando hacía teatro. Las fuentes siempre son muy fiables. Actores como Ramiro Meneses, Manolo Cardona o Carolina Guerra y Diego Cadavid detestan este tipo de programas, pero igual nos saludamos cuando nos vemos. No todo el mundo te quiere y te adora, pero nunca he vivido un desaire tan de frente. Los actores saben que van a hablar de ellos y tiene que tener el cuero muy duro. El que está en esto es porque acepta toda el agua sucia que le van a echar, si no se equivocó de profesión”. Son las 12 del mediodía y Carlos, quien es muy puntual para todo, tiene que irse a almorzar. Afirma que no ha sentido luto por Sweet porque a los pocos días de que el programa se acabara ya estaba trabajando en Caracol. Antes RCN le había hecho “ojitos” para trabajar con la Negra Candela en el Lavadero, pero no fue una propuesta concreta. Además, La Red tiene un rating que dobla a su competencia, supera los 20 o 22 puntos tanto sábado como domingo. “En La Red estoy contento porque trabajo con mis amigos y es un formato muy exitoso. A mí la gente ya no me ubica haciendo otra cosa, sino contando chismes. Así trabajaré los últimos diez años de vida activa para terminar con una pensión”. Sin embargo, Carlos también ha vuelto a ir a las academias de baile, no descarta la idea de tener una escuela. ¿Es usted conflictivo? ¿Por qué pasaron tantas presentadoras por Sweet? Para nada. Es porque Sweet era una vitrina y a ellas les salían otras propuestas. Nunca tuvimos problemas en 15 años. No sé qué es pelear en el sitio de trabajo, eso se lo atribuyo un poco a lo que aprendí en el ballet y yo hacía eso en el programa. Estaba pendiente de que se sintieran a gusto. Aunque no me enamoro de una mujer, la quiero y la respeto. Creo que en el programa habré tenido una pequeña discusión durante todos esos años”.

Carlos dice que en el baile aprendió a respetar a su pareja y que eso le enseñó a ser buen compañero con las presentadoras de Sweet. 

¿Cómo es su relación con Frank Solano? A Frank Solano me lo encontraba en Cartagena todos los años. Es un tipo muy divertido, aunque discreto, no es alborotado, pero es contundente cuando abre la boca. Para mí es un apoyo. No hay competencia porque cada uno es muy distinto y tiene un rol dentro del programa. Antes de ir por su carro al parqueadero, habla de sus nietos. En especial del nieto, quien está entrenando para convertirse en futbolista profesional. Su hija está preocupada porque se irá a un campamento y es la primera vez que estará tantos días fuera de la casa. Carlos se pregunta, como cualquier abuelo, si a los 12 años las noviecitas no lo comenzarán a distraer del fútbol. Si de pronto se repite la historia, de la que finalmente no se arrepiente y se siente orgulloso.
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