De nuestros raíces indígenas, no solo heredamos la medicina y el conocimiento ancestral, también la armonía y la conexión con todos los elementos vivos de la tierra. Como todas las grandes civilizaciones de la historia que veneraban diversos dioses para obtener beneficios, atributos y sabiduría, durante la época prehispánicas existió una deidad mexicana llamada Quetzalcóatl, su nombre proviene de la palabra Quetzal que significa ave de hermoso plumaje y Cóatl serpiente emplumada.
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Cuenta la leyenda que al terminar la creación del mundo, dioses y humanos habitaban en paz, a excepción de Quetzalcóatl también conocido como el Señor de la Vida, que veía con enojo como sus semejantes sometían al hombre, por eso decidió bajar a la tierra para enseñarle a los mortales los secretos de la existencia. A su llegada, rechazó cualquier clase de lujo e invitó a vivir con humildad y sencillez, para aprender de la pureza del alma. Su sapiencia se extendió desde los desiertos de Arizona hasta las cumbres de los Andes, dotando a la gente de inteligencia, destreza y creatividad, indicándoles a los artistas y artesanos la forma de crear objetos útiles para el día a día, además ofreció cantos, danzas y poesías para canalizar las energías, brindando fuerza, placer y alegría al pueblo. Siglos después, las personas fueron desarrollando cualidades que las hacían más auténticas y justas, ganándose el derecho a conocer los tesoros ocultos bajo el suelo, es decir brillantes metales como el oro y la plata, con los cuales pudieron forjar toda clase de ornamentos y armas. Así en honor a Quetzalcóatl, se construyeron templos para adorarlo por medio de ceremonias, un gesto de infinita gratitud por todos los beneficios recibidos.
Pero Tezcatlipoca dios de la guerra, el sol y la luna, de la discordia y la hechicería, estaba celoso de este amor que profesaban por su hermano y decidió corromper a los hombres a través de la avaricia y la envidia, provocando guerras, y junto con una serie de trucos mágicos mató a miles de personas en catástrofes naturales. Al ver este panorama tan devastador, Quetzalcóatl abandonó a su pueblo por un tiempo, prometiéndole a sus seguidores que regresaría. La gente lloró su partida y cuando los conquistadores españoles llegaron a las costas, los indios creyeron que se trataba del regreso de su benévolo Señor de la Vida, pero a diferencia de eso, se encontraron con la destrucción de su pueblo, creencias y recursos naturales, hasta llegar al fin de esa era dorada.
Esta fue una de las maneras, en las que nuestros pueblos indígenas narraron y plasmaron a través de alegorías, a un gobernante y político ejemplar, héroe civilizador, inventor del calendario, maestro agricultor y dios unificador, que abrió las ventanas del saber y la sensatez, entre lo divino y lo humano que ha habitado desde tiempos remotos.
Por: Armando Martí
Enigmático: Queltzalcóatl el dios Maya del amor y la vida
Dom, 20/08/2017 - 08:09
De nuestros raíces indígenas, no solo heredamos la medicina y el conocimiento ancestral, también la armonía y la conexión con todos los elementos vivos de la tierra. Como todas las grandes civili