La cuestión con Life of Pi (Una aventura extraordinaria) es que no necesita ser buena para que valga la pena ir a verla. Quien desee pasar un momento agradable, maravillarse con los milagros de la tecnología y la naturaleza o simplemente entretenerse: esta es una buena opción. Eso sí, olvídese de las tramas difíciles y sobretodo no espere momentos dramáticos como antes los ha hecho el director taiwanés Ang Lee (El tigre y el dragón, Secreto de la montaña o Lust, Caution).
Todo parte de una sutil diferencia muchas veces difícil de entender: hay unas películas divertidas y otras buenas. En pocas coexisten ambas cualidades, tanto así que algunas de las mejores de la historia son simplemente buenas (Ciudadano Kane, Los Infiltrados o Casablanca).
Y pese a que Life of Pi no llega a ser argumentativamente extraordinaria, su calidad visual y lo asombroso de las imágenes construidas por el director de fotografía chileno Claudio Miranda (El curioso caso de Benjamin Button, Tron: Legacy, Zodiac y Se7en) le darán un merecido lugar entre las más bonitas de la historia: quizás hasta se salga con algunos premios técnicos en la temporada venidera.
Fíjese bien: lo más difícil de adaptar el libro era conciliar los dilemas sobre las religiones y las creencias planteados por Yann Martel; aspecto al que la película le huye constantemente con un poco de humor o simplemente haciendo caso omiso a las críticas y sugerencias hacia Dios, es más: el tema se vuelve secundario frente a la relación tigre-niño (o al menos durante el 90% inicial).
Luego vienen los inconvenientes narrativos que el guión no logra resolver. Se podría dividir la historia en tres partes: la primera, la introducción a India, el zoológico y el por qué del nombre Pi (Pai), que resulta innecesariamente larga. La segunda, que narra la etapa de naufragio: visualmente excepcional, cargada de nuevos descubrimientos y dispuesta siempre a asombrar hasta a los más incrédulos. Y luego, el cierre: una maravillosa escena donde por fin la película es lo que siempre debió ser: una carga de dilemas sobre el o los dioses, las creencias y la vida. El problema es que no son consistentes y carecen de una conexión más allá de lo visual.
(Spoiler) De hecho, hasta el maravilloso final tiene una falla: insinúa que quienes creen en la historia alterna, la que lleva personas en vez de animales, carecen de magia o de fe ¿es necesario? No. Y lo peor: obliga al espectador a creer en una historia cuando lo importante es simplemente creer sin importar si es real o no (spoiler).
Y pese a lo anterior, ver Life o Pi resulta una experiencia innovadora. La cuestión es que la belleza y el entretenimiento no siempre son sinónimos de que una película sea buena, y eso también tiene su encanto. De hecho, si se le piensa como una pieza independiente al libro, habría que decir que es un viaje extraordinario y una fábula magnifica cargada de imágenes nunca antes vistas en el cine. Una historia llena de emociones, sentimientos y acciones cargadas de una belleza sorprendente.
A favor de la película: el 3D. Nunca antes resultó tan fantástico como en Life of Pi. Sorprende sobretodo viniendo de un director dramático como Ang Lee.
En contra: la traducción del título sugiere que lo importante (la historia) está perdido y que sólo se tratará de una aventura. Una aventura extraordinaria reduce la película al campo visual.
Haga clic para ver el tráiler de Life o Pi.
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Sobre el autor: “siempre he pensado que la vida es como una película: cada persona tiene su papel y cada canción nos recuerda algo (¿o a alguien?). Eterno aprendiz y crítico audiovisual que en los tiempos libres es Comunicador social”.
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