En 2011, en plena confrontación con las FARC y el ELN, el gobierno colombiano lanzó la Operación Ríos de Luz, una campaña navideña diseñada para impulsar la desmovilización voluntaria. La iniciativa se enmarcó en el Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado (PAHD) del Ministerio de Defensa, que ofrecía seguridad y acompañamiento a quienes dejaran las armas. La apuesta era clara: combinar la presión militar con una estrategia emocional que recordara a los guerrilleros que seguían teniendo un lugar fuera de la guerra.
Del árbol iluminado a las esferas en los ríos
La operación nació después del éxito de Operación Navidad en 2010, creada junto con la agencia Lowe SSP3 (hoy MullenLowe SSP3). En esa primera campaña, soldados instalaron árboles gigantes iluminados en la selva con el mensaje: "Si la Navidad pudo llegar hasta la selva, usted también puede llegar hasta su casa. Desmovilícese. En Navidad todo es posible." Ese experimento, que coincidió con 331 deserciones, mostró que la Navidad era un gatillo emocional fuerte para los combatientes. La guerrilla reaccionó cambiando sus desplazamientos: redujo el uso de trochas y comenzó a moverse más por los ríos. La respuesta del Estado fue llevar la siguiente campaña al agua.
¿Cómo funcionó Operación Ríos de Luz?
En diciembre de 2011, las Fuerzas Militares pusieron a flotar cerca de 1.000 esferas luminosas en ríos estratégicos como el La Macarena (Meta) y el Catatumbo. Eran esferas transparentes, de unos 14 centímetros, con luces LED y baterías que permitían varios días de iluminación. Dentro llevaban un mensaje central: "No deje pasar esta Navidad. Colombia y su familia lo están esperando. Desmovilícese. En Navidad todo es posible."
La campaña también involucró al gobierno nacional. El entonces presidente Juan Manuel Santos y sus ministros participaron en la base de Tres Esquinas (Caquetá) escribiendo mensajes a mano e introduciéndolos en las esferas antes de lanzarlas al río. Paralelamente, emisoras locales convocaron a familiares de guerrilleros para enviar cartas, fotos y pequeños objetos. Se recogieron cerca de 7.000 mensajes, muchos firmados por madres que no veían a sus hijos desde hacía años. Frases como "Antes de convertirte en guerrillero, eres mi hijo" buscaron tocar la fibra más íntima de quienes encontraran esas luces en la oscuridad de la selva.
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Impacto en la desmovilización y proyección internacional
Según cifras del Ministerio de Defensa, la Operación Ríos de Luz habría motivado la deserción de entre 180 y 200 guerrilleros en esa temporada, con una tasa cercana a un desmovilizado cada seis horas. Varios eran jóvenes reclutados cuando eran menores de edad. Las imágenes de combatientes entregando el fusil con una esfera en la mano se convirtieron en símbolo de la campaña.
El impacto no fue solo militar o humanitario. Ríos de Luz se transformó en un caso de estudio internacional sobre comunicación en contextos de conflicto. La campaña obtuvo reconocimientos como el Titanium Lion en el Festival de Cannes y el Black Pencil del festival D&AD en Londres, y fue señalada años después como una de las campañas más influyentes de la década. Más allá de los premios, dejó instalada una idea: en medio de una guerra prolongada, un mensaje que apela a la familia y a la nostalgia puede abrir una puerta real para salir de la violencia.
